Nuestra Señora de Valverde
Patrona de Fuencarral

Cuentan los historiadores que Nuestra Señora de Valverde era ya venerada antes de la invasión árabe, ocurrida en el año 712.
La leyenda fecha la aparición de Nuestra Señora de Valverde el 25 de abril de 1242. Es evidente que durante la invasión musulmana sufrieron saqueo los templos cristianos, por lo que debió ser común que los habitantes de las zonas conquistadas ocultaran los símbolos sagrados de su religión. Con respecto a la Virgen de Valverde se apuntan varias hipótesis que no ha sido posible confirmar por la escasez de documentos de la época. Puede que fuera ocultada mientras se enfrentaban los ejércitos segoviano y madrileño, en tiempos de Fernando III el Santo. O que los vecinos del lugar donde se alzaba la supuesta ermita pusieran a buen recaudo la escultura para evitar sacrilegios.
Todo esto se conoce a través del “Codice”; que fue a su vez copiado de otro anterior en 1798, tal y como señala en su prólogo. En él se recoge la historia de cómo se aparece, como se marcha por la noche, se decide hacer la ermita, no hay agua y el milagro del pozo.

A las afueras de Fuencarral, en el sitio llamado Cuesta del Cuervo, acostumbraban los pastores a reunirse para charlar de sus asuntos en la confianza de que los perros vigilaban atentamente los rebaños. Transcurría la mañana entre el sosiego y el aburrimiento, entreteniendo los minutos con zatos y queso de oveja, manjar preciado por los pastores. El 25 de abril amaneció teñido de azul y las piedras brillaban más que de costumbre. Debió ser al mediodía cuando un halo envolvió las retamas de la Cuesta del Cuervo, provocando un resplandor que alarmó a los pastores. De pronto, la Virgen surgió de la nada y deslumbró a los presentes. Ladraron los canes, revolotearon los pájaros y los hombres se arrodillaron para recuperar el aliento. Un pastor se aproximó a la Virgen y dio fe de que no era un sueño. Corrieron en busca de los vecinos para que todo el mundo fuese testigo de la aparición. Las campanas de la iglesia avisaron a las gentes y en instantes se decidió acudir en peregrinación hacia el lugar indicado. Cuando llegaron al punto exacto, la imagen de la Virgen se mostraba en todo su esplendor, gesto que fue interpretado como un deseo de agradar a los vecinos. Se celebró así, por primera vez, el homenaje del pueblo a la Virgen de Valverde, llevándola a hombros hasta la iglesia.

Varios días después una voz anónima dio la voz de alarma. La Virgen había desaparecido de la iglesia y la primera sospecha fue pensar en el hurto. Se armaron los hombres y salieron en busca de los ladrones. Y en la Cuesta del Cuervo la hallaron de nuevo, junto al mismo pozo donde había sido escondida por el buen cristiano. Regresó la Virgen a la iglesia custodiada por los vecinos y establecieron turnos de vigilancia. Esta vez la imagen desapareció sin que nadie hubiera entrado al templo, ya que en todo momento permaneció a la vista de los fieles. Dicen que al alba caminó hasta la retama donde se había aparecido y se apostó en el lugar rodeada de una nube. Entonces entendieron los habitantes que aquel punto era el escogido como morada y se aprestaron a elevar un altar que al poco tiempo fue transformado en ermita.

Las primeras noticias acerca de la construcción de la ermita se refieren al momento de la aparición de la Virgen. Se cuenta que por entonces hizo el primer milagro al conseguir agua para las obras en el lugar donde fue encontrada la imagen. Durante el tiempo que duró la construcción no dejó de brotar agua del pozo, pero al finalizar los trabajos quedó tan seco como al principio.

El 7 de julio de 2021 el Santuario fue declarado Bien de Interés Cultural por el Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid.

La crónica número 3 del Santuario de Valverde, fechada en 1990, nos informa del material empleado para elaborar la talla de la Virgen, estudio realizado por don Juan María Castellarman:

«He podido determinar que dicha madera pertenece a la especie Linneo Populus nigra, vulgarmente llamada chopo álamo y álamo negro. Es una especie sumamente común en toda España y se encuentra en casi toda Europa y Asia Occidental.»

La Virgen de Valverde sin manto y sin corona, imagen que contrasta con la del altar.

La talla de la Virgen tiene de alto tres cuartas, está sentada sobre un asiento, que ni es de silla ni parece ser más que un trozo de madera labrado. Registrado todo con gran cuidado se conjetura que el artífice labró la Imagen, asiento y peana, sólo de una pieza. La peana tiene de alto poco más de un dedo, haciendo figura orbicular, y en ella parece escrito con caracteres antiguos «O Mater Dei, memento mei» (Oh Madre de Dios, acuérdate de mi).

La fisonomía del rostro de esta Santa Imagen es el todo mas largo que redondo, la frente grande y con proporción espaciosa, los ojos azules, del color del cielo y no muy grandes. La nariz es aguileña, la boca pequeña y cerrada.

Está adornada con toca de talla y debajo de ella se descubra algo de cabello, y encima una corona. El cuerpo está vestido con una túnica sin manto, no se la descubre pie alguno.

Los brazos son proporcionados, las manos largas, especialmente los dedos.

En la mano derecha, que la tiene hacia arriba, mantiene una manzanita. En la izquierda, está colocado el Niño, el que así mismo es de talla, de la misma materia que la Madre; tiene de alto como cinco dedos, vestido de túnica de talla toda ella, de color encarnado. No se sabe qué tenía en las manos. Está sentado en la mano izquierda de Nuestra Señora, aunque ésta no se registra.

Imagen de Ntra. Sra. de Valverde después de su restauración en 1992.

La Coronación Canónica de Nuestra Señora de Valverde fue el 21 de noviembre de 1992, en el patio del Colegio Sagrado Corazón, por el Cardenal D. Ángel Suquía Goicoechea.

Información recogida del libro «Fuencarral. Imágenes de un pueblo». Juan Miguel Sánchez Vigil y Ángel Sanz Martín.
Virgencita de Valverde, de ojos misericordiosos, nuestras penas sean alegres en tu regazo amoroso.